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Para responder la pregunta:
‘¿Qué es ser joven emberá en Bogotá?’,
propusimos un taller de comunicaciones para escucharlo desde sus propias voces. Aquí te contamos más




El taller de comunicaciones del proyecto buscó invitar a las y los jóvenes emberá que conocimos a narrar, con sus propias
palabras y mirada, la experiencia de crecer en Bogotá.



Queríamos que, desde su contexto y sus condiciones de acceso a la tecnología, los jóvenes se animaran a producir y compartir contenidos que hicieran visibles sus historias, lenguas, intereses y problemáticas, sobre todo habitando la ciudad.



Hablamos de “incorporar nuevos referentes, historias y prácticas de comunicación que generalmente no aparecen en los relatos oficiales”, como indica el documento Encuentro de Escuelas y procesos de Formación en comunicación indígena (2017). Y para lograrlo, es necesario que los y las emberá puedan producir contenidos que sensibilicen sobre cómo transcurre su vida en diferentes territorios.





El taller se realizó en la Universidad de los Andes. Hasta allí llegaron Akore, Embera Paima, Ragui y César —hermano menor de Akore—, jóvenes emberá dóbida que conocimos en la UPI La Florida.
El espacio buscó mezclar juego, conversación y práctica creativa para acompañarlos en la construcción de sus propios relatos sobre Bogotá. Empezamos con una introducción sencilla y una ronda de palabras sobre lo que significa ser emberá y lo que significa Bogotá para ellos.

Luego pasamos a un ejercicio de collage. Cada participante armó una composición con recortes que representaban la ciudad y con elementos identitarios de su pueblo, que dibujaron a mano. Así, cada uno tomó las palabras de la primera conversación y las transformó en imágenes: eligieron fotografías, escribieron en lengua emberá algunas de las palabras que habíamos recogido y las pegaron en sus collages. Este momento funcionó como un primer mapa visual, una manera de imaginar qué querían buscar con la cámara cuando, más tarde, saliéramos a la calle.
Más adelante trabajamos algunos conceptos básicos de fotografía y video —encuadres, planos, movimientos de cámara— e hicimos un pequeño módulo de storytelling para pensar cómo toda historia tiene un inicio, un nudo y un cierre, y cómo esos tres momentos podían ayudarles a contar su llegada a Bogotá, una anécdota o una escena cotidiana.
Antes de salir a experimentar con el celular como herramienta de creación, recorrimos la exposición fotográfica Escuchar de otra manera: imágenes, textos y sonidos del Tomo Testimonial de la Comisión de la Verdad, ubicada en el Centro Cívico de la Universidad. Allí conversamos sobre las distintas formas de contar un relato con imágenes y sobre las decisiones que se toman al hacer una fotografía.

Después, afuera del edificio, cada uno comenzó a elegir qué quería retratar para expresarse: Akore buscaba naturaleza; Embera Paima, en cambio, se inclinaba por los edificios; Ragui perseguía grafitis; César estaba atento a los ángulos. Se entrevistaron entre sí, se grabaron rapeando mientras caía la tarde en el centro y, aunque César era el único que no rapeaba, quiso registrar su propio talento: la calistenia.



El encuentro terminó cuando la luz se fue, pero las ganas de seguir explorando
se quedaron encendidas.



Bogotá - 2025
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